Máldito Número / Adam

La semana acababa de finalizar y con ella todas las clases en el instituto. Quizas cualquier otra chica esatría contenta de poder tener un fin de semana entero para disfrutar sin el agobio de los estudios. Pero supongo que yo no era cualquier chica, ya que lo ultimo que me gustaba era el fin de semana. Nunca tenía nada para hacer, solo componer alguna canción o intentar distrerme del pasado que aún ahora me perseguía.
Había estado en mi casa, abrazada a mi guitarra intentando escribir algo, pero nada salía. Me ponía los pelos de punta cuando querñia ahcer algo y esto no salía, pero ni modo, quizas si salía a pasear un rato luego volvería y tendría éxito en mis intentos de componer una canción.
Decidida, tome mis cosas y salí de mi habitación sin rumbo alguno. Tome alguna calle de la ciudad de New York y comencé a recorrer aquella ciudad. Llevaba un saco color caqui y una bufanda marrón que hacian juego con mi botas. Todo estaba genial, finalmente estaba logrando relajarme hasta que un pequello detalle no pasó desapercibido. Allí estaba aquel número en la vidriera, el cual avisaba la fecha del día de hoy como si la tal cosa. Me paré ante aquel ventanal y suspire varias veces, en dos días sería mi cumpleaños. Negué con la cabea mientras me daba cuenta que sería el primer cumpleaños que pasaría exlusiva y enteramente sola.

Ya no tenía mas remedio el quedarme allí mirando aquel estúpido número. Debía de entender de una vez que era inutil preocuparme o querer a dos personas que en su nida lo único que habían querido de mi era que yo supiera agrandar su fortuna.
Voltié a un lado y observe como una mujer de unos 50 años pasaba de la mano con una niña rubia. Di un suspiro e intente reponerme, tenía que acostumbrarme a que mis pasado lo vería reflejado en todos lados, aunque a veces se sintiera que la vida se estaba burlando de mi.
Note como la mujer y la niña se iban por la calle cuando observe que un hombre alto, de tez morena y con pinta de vagabundo se acercaba a mi,
No estoy muy segura de lo que paso a continuación, solo se que de repente tenía a aquel hombre presionandome contra la pared, con una de sus mugrientas mano en mi boca y diciendo cosas que no llegaba del todo a comprender.
Quería gritar, sentía la necesidad de que mi padre viniera y lo sacara,pero entonces la realidad me golpeo una vez mas. Estaba sola, y a mi padre le importaría poco que un desconocido moreno violara a su desepcionante hija en un país extranjero.
Comence a ver todo borroso debido a las lagrimas que se agolpaban cada vez mas en mis ojos.

Cerré los ojos y ya comenzaba a resignarme en que nadie vendria a ayudarme y no quería ni pensar como terminarñia todo esto, pero de todas formas estaba segura deque nadie echaria de menos mi ausencia.
Fue entonces que una voz desconocida me saco de mi ensimismamiento. El miedo que sentía correr por mi cuerpo no permitio que abriera mis ojos.
No sabía que estaba sucediendo pero de todas formas espere hasta que senti que aquel vagabundo me soltó.
Estaba en shock, lo único que sentia era un gran miedo que me invadia aciendome temblar ligeramente. Las lágrimas caian sin cesar de mis ojos y allí me quede, contra la pared, con los ojos cerrados esperando que todo eso fuera tan solo una simple pesadilla.

Seguí recostada sobre aquella pared esperando que todo llegara a su fin. Lo único que venía a mi cabeza era la imagen de mis padres y no podía dejar de preguntarme porque no me querian. Qué había hecho yo tan malo como para que a ellos no les importara si me mataban en medio de la calle o me pisara un auto?.
Una sensación horrible me invadió, sentía como un hueco en mi pecho, una presión que lograba hacerme caer al vacío y sentirme aún mas sola y desprotegida. Los necesitaba. Pero ellos no estaban aquí.
Entonces pude oír la voz de aquel desconocido, y acto seguido pude sentir como el vagabundo, que un momento atrás me había amenazado, huía del lugar.
Unos brazos me invadieron en forma de abrazo. Hacía ya bastante tiempo que no recibía un abrazo como aquel. Un abrazo que solo buscaba calmarme, hacerme saber que después de todo no estaba tan sola como pensaba, que ya todo había terminado, y finalmente que estaba a salvo. No conocía a aquel hombre que me tenía abrazada, pero no pude negarme a ese poquito de cariño que él me estaba entregando.
Me aferré a aquel desconocido como si la vida se me fuera en ello.
Quize hablar al escucharlo consolandome pero las lágrimas hacían dificil que lo hiciera. Reparé en que la voz de aquel hombre sonaba realmente dulce y extrañamente, eso me calmó un poco.
Abrí los ojos al sentir como besaba mi frente e intenté mirarlo cuando él secó mis lágrimas. Pero aún me hallaba demasiado temblorosa como para hablarle, así que me quedé allí devolviendole el abrazo y oliendo aquel aroma tan caracteristico que emanaba de él.

- Lo siento...te moje toda tu camisa - dije sin saber realmente porque me estaba disculpando. Estaba tan acostumbrada a disculparme con mis padres por todo loq ue hacía que, sin darme cuenta, había tomado aquello como un pqueño hábito con todo el mundo.

Así que hací se sentía cuando alguien se preocupaba sinceramente por uno. Era una linda sensación, en los brazos de aquel desconocido me sentía protegida, algo aliviada y ya comenzaba a sentir que podría llegar a querer muchisimo a aquel hombre si luego de este atropeyado encuentro siguieramos siendo amigos.
Una sonrisa algo leve se formo en mi rostro al oir lo que respondía sobre mi ocurrencia hacia su camisa.
Tomó mi rostro con sus manos y fue tan cálido, tan dulce y tan tiern el modo en el cual lo hizo que me obligo a regalarle una sonrisa. Fue entonces que al verlo , pude notar que estaba algo herido en su rostro y aunque setía ganas de preguntarle que le había sucedido me retuve en mis deseos.
La sonrisa que le había dado se esfumó al escuchar lo que me decía. Nuevamente la realidad volvía a mi, él solo era un desconocido que tuvo la delicadeza de salvarme de un vagabundo que intentaba violarme.
Me separe de aquel hombré mientras el sentimiento de soledad se volvía a apoderar de mi.

- No asi estoy bien, gracias - dije abrazandome a mi misma. En ese momento algo en mi corazón me hizo sentir querer no sentirme tan sola, pero siemrpe lo había estado y nada cambiaria eso.

Baje mi mirada y la pose en el piso mientras sentía como las lagrimas volvían a caer por mi rostro. De verdad que me sentia sola en aquel instante, nunca había pensado pasar por algo asi. Entonces recorde a la única persona que me había amado por lo que era y no por lo que solía interpretar a las demas personas que no me conocian. Mi abuelo. Su rostro y lo poco que recordaba de él vino a mi mente y me devolvio un poquito de tranquilidad.

Levanté un poco mi mirada y pude observar como el desconocido se presentaba. Mire la mano que tenía estirada un segundo y volví a colocar mis ojos en los suyos.
- Hola Adam, soy Mélodie - dije tomando su mano e intenando sonreirle.