Hora Libre. (God)

Finalmente hora libre. Hoy era el peor día de todos, luego de este “descanso” tenía dos horas de educación física seguidas. Por eso llevaba el típico uniforme. Shorts y la camisa sin mangas que tenía el símbolo del instituto en la parte superior derecha. No me agradaba para nada, pero era cómodo y no me hacía ver mal.

Fui a la cafetería para comprar una botella de agua y ¿por qué de una vez no le hacía una visita a Goodrich? Claro que lo haría. Llegué y me senté en una de las mesitas que estaba vacía y miré a Philip en la barra, tan atractivo como siempre.

- ¡God! - Grité desde donde me encontraba sentada. Me quedé mirando cómo se acercaba mientras apoyaba mi cabeza en la mano, sonriéndole toda feliz.

Estaba detrás de la barra de la cafetería, como de costumbre. Afortunadamente a esa hora no había demasiada gente y podía atender a cada uno de los estudiantes y profesores que pasaban continuamente por alli con algo más de calma.
Me encontraba terminando de servir un café bien cargado a una de las profesoras cuando oí que alguien me llamaba, y aunque ya estaba acostumbrado debido a mi trabajo, miré preguntandome quién podía ser. No mucha gente me llamaba por mi apellido, entre otras cosas porque poca gente lo sabía. Mi nombre y "hey, tu!" era lo que acostumbraba a oir.

Y allí estaba Kath, tan radiante y sonriente como siempre y con ese uniforme de deporte que me hacía agradecer tener este trabajo. Me mordí el labio inferior, cobré el café que acababa de servir y, al ver que nadie requería mis servicios, me acerqué hasta su mesa con una sonrisa dibujada en mis labios.
- ¿Hora libre? -dije antes de apoyarme en el respaldo de la silla que había junto a ella.

Seguí sonriéndole, mientras miraba cómo se acercaba y me mostraba esa sonrisa encantadora que tenía, que hacía que pusiera cara de embobada al verlo. Philip tenía un algo… un no sé qué... que me atraía demasiado. Entonces, me preguntó algo.

- Si… Menos mal, como siguiera metida en ese salón de clases me iba a dar algo. Estoy harta del instituto. Tú, ¿qué tal? Casi parece que también tienes hora libre. - Dije riéndome, si no fuera porque yo estaba ahí, definitivamente era como su hora libre. No había más nadie en la cafetería, solamente estábamos él y yo.

Me acomodé en la silla y me pasé una mano por el cabello alborotándolo, aunque ya estaba lo suficientemente desaliñado. Lo miré fijamente, esperando su respuesta.

Me encogí de hombros al oir su pregunta y luego negué con la cabeza tranquilamente.
- Bueno, algo parecido. No hay más clientes, pero una de las reglas es que los camareros no podemos relajarnos hasta estar solo en su local, así que de libre nada. Estás tú. -sonreí. No me molestaba tener que atenderla a ella.
- Que por cierto, ¿quieres algo?
Me erguí para prepararme para traer lo que me pidiese.

- Ahh, entiendo. Bueno exacto, estoy yo. Fastidiándote, seguramente. -Mostré una sonrisa ladeada y respondí nuevamente.- Hmm, ¿qué es lo que venía a comprar? Ahh una botella de agua, para deporte, ya sabes. Pero no quiero molestarte, puedes traérmelo cuando esté por irme o… también puedo acompañarte…

Me chocaba hacer que me trajera las cosas a la mesa, era más amigo mío que otra cosa. Pero al final... Era su trabajo, ¿no? Tomé un mechón de mi cabello y lo enrollé en el dedo, esperando a ver si se negaría a mi propuesta.

- Venga ya, Kath! ¿Desde cuándo se supone que me molestas? Además, este trabajo me gusta siempre y cuando no haya gritos y gente correteando por aqui -dije riendo.
- No es ninguna molestia ir a por tu botella de agua -sonreí- ¿Quieres acompañarme a por ella entonces? Las tenemos detrás de la barra, espero que no entre nadie del personal de aqui mientras estás dentro -sonrei, aunque si pasara probablemente esa sonrisa se borrara de mis labios.

Muchas veces me habian pillado "enseñandole el inerior de la barra" a alguna chica, y siempre me caía u sermonazo luego.

- Bueno.. ya sé que es tu trabajo y eso.. Pero es que siempre me ha molestado tratarte como camarero, te veo como mi amigo, no como eso. -Le dije, para luego mostrarle una de mis mejores y más sinceras sonrisas.

- ¡Yo te acompaño, yo te acompaño! -Había sonado como niña chiquita sin darme cuenta.- Nadie va a entrar... Y si entran... Soy una nueva empleada. -Dije riendo, probablemente no me creerían al llevar puesto el uniforme de deporte, pero… haría el intento.

Me levanté del asiento y me arreglé los shorts que se habían recogido y arrugado, poniéndose más cortos de lo que ya eran. Subí la mirada a donde estaba Phil.

- Vamos por mi botella de agua antes de que llegue la multitud. -Reí.